lunes, abril 13

monedita en la fuente

¿Se dieron cuenta de que los deseos que pedimos cuando cumplimos años, cuando pasa un tren por encima nuestro mientras caminamos por debajo de un puente, cuando nos quedamos con la pestaña en el dedo pulgar o cuando nos llega uno de esas cadenas inútiles por mail, son, generalmente, los más imposibles? Hoy pensaba en eso. Porque claro, si tuviésemos la posibilidad de cumplirlos o los huevos/ovarios suficientes para hacer lo necesario para que se cumplan, no habría que esperar a esos momentos para pedirlos.
Ojalá que alguna vez llegue a una de esas situaciones en las que se piden deseos y no tenga nada para pedir. O mejor no, porque me divierte.

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